El Instituto de la Mente Infantil (Child Mind Institute) ha publicado un informe, y muestran que el factor más relacionado con la salud mental de los niños es su salud mental previa a la pandemia, de manera que si un niño ya contaba con el diagnóstico de depresión, era más probable que presentara problemas durante la pandemia. También destaca que el 70% de los niños y las personas adultas informan de algún grado de malestar psicológico (sentimientos de soledad, irritabilidad o inquietud), y el 55% de los niños se han sentido más «tristes, deprimidos o infelices” (comparado con el 25% de los adultos).
¿Qué ha pasado con la depresión tras la pandemia?
Síntomas de la depresión infantil:
¿Cómo podemos reconocer si nuestro hijo está pasando por esta situación? ¿Cómo podemos ayudarle?
La depresión infanto-juvenil no difiere de la adulta en sus síntomas nucleares, aunque presenta algunas peculiaridades que son importante conocer para no pasar por alto. Puede darse que el estado de ánimo además de triste se manifieste como irritado, llegando al enfado rápidamente, con rabietas y conductas autodestructivas.
Otra característica es la pérdida de placer o de interés en cosas que antes sí lo despertaban: no quieren jugar, no se divierten con sus amigos, no quiere hacer actividades que antes le gustaban…Otros síntomas que pueden aparecer son los cognitivos, como sentimientos de ineficacia (“no valgo para nada”), o problemas para mantener la concentración y la memoria, perjudicando su rendimiento académico. En cuanto a los síntomas físicos, se puede dar fatiga, quejas somáticas (dolor de tripa o de cabeza), un aumento de peso por debajo del esperado para la edad, pérdida del apetito… Y, en casos graves, aparecer pensamiento suicida.
Al ser características tan diversas, pueden quedar enmascarados, y en niños y adolescentes es más complicado que expresen de manera explícita cómo se sienten. Por eso tenemos que ir más allá de lo que vemos.
¿Qué podemos hacer cuando nos encontramos en esta situación?
- Observa cambios en su comportamiento y en su estado de ánimo, dale un espacio para que se exprese.
- Ayuda a los niños y adolescentes a entender sus emociones, a que tomen conciencia y aprendan a regularlas.
- Deja que se apoyen en ti: aunque es una situación complicada que genera conflictos familiares, necesitan sentir afecto.
- Aumenta poco a poco su actividad: empieza con planes pequeños, que sean reforzantes y les hagan sentir bien, pero sin forzar. Al principio costará, pero poco a poco esto mejorará su estado de ánimo.
- Toma en serio cualquier pensamiento de suicidio.
- Normalicemos buscar ayuda cuando estamos mal: si el problema interfiere con la vida diaria o si se perpetúa en el tiempo y perjudica en su desarrollo psicosocial. Hay muchos profesionales que pueden ayudarte. Si das con uno que no encaja con lo que necesitas, sigue buscando.
Andrea Alfranca González, Psicóloga general sanitaria