Neumólogo infantil

Neumología pediátrica, Asma, tos, bronquitis

La Neumología Pediátrica se encarga del diagnóstico y tratamiento de los problemas respiratorios de los niños que son muy frecuentes en esta etapa de la vida.

Es importante realizar un diagnóstico preciso para diferenciar los problemas puntuales y banales como las infecciones respiratorias de vías altas o “catarro común” de patologías más crónicas como el asma. El papel del especialista en neumología, el neumólogo pediátrico es clave en este punto.

Entre las patologías más frecuentes se encuentran la tos crónica, la bronquiolitis, las sibilancias recurrentes, el asma, las neumonías tanto agudas como de repetición, y el ronquido y pausas de apnea.

Catarro o resfriado común

Los catarros o resfriados son muy habituales, siendo una de las causas de consulta al pediatra más frecuentes. Por norma general se curan solos en el plazo de unos pocos días y no dejan secuelas. Son causados por los virus, los más frecuentes son los rinovirus.

Se contagian a través de gotitas de saliva y moco que se expulsan al aire con la tos y los estornudos, o por medio de objetos contaminados con estas secreciones. 

La puerta de entrada puede ser la boca, la nariz o la fina mucosa que recubre los ojos (conjuntiva). Las manos juegan un papel muy importante en el contagio.

Los niños se acatarran mucho por varias razones.

En primer lugar, porque otros niños y adultos cercanos les contagian los virus. 

En segundo lugar, porque sus defensas son aún inmaduras. Su sistema de defensa “desconoce” a todos estos microbios. 

Un niño puede tener hasta 8 episodios de catarro al año concentrados en las épocas de frío. Al principio de la escuela o asistencia a guardería, es cuando más tienen.

El tratamiento de los catarros es sintomático. Lo normal es que se curen de forma espontánea. Es mejor evitar el uso de medicamentos.

  • El lavado nasal con suero fisiológico puede aliviar.
  • Los analgésicos-antitérmicos (paracetamol, ibuprofeno, etc.) mejoran el malestar, aunque no deben de emplearse siempre.
  • No dar descongestivos y antihistamínicos a ningún niño sobre todo si tiene menos de 6 años. No hay pruebas que justifiquen su uso y pueden causar efectos secundarios.
  • Los antibióticos no acortan su duración ni evitan complicaciones y su uso favorece resistencias a éstos.
  • Otra forma de prevenir, más difícil de llevar a cabo, es la evitación de la exposición a personas acatarradas.
  • El lavado de manos frecuente es uno de los mejores hábitos para no contagiar infecciones.

Se deben vigilar las posibles complicaciones. Éstas se deben sobre todo a las bacterias; que causan otitis, sinusitis o neumonía.

Si la fiebre dura más de 3 días, hay dolor de oídos, dificultad para respirar o decaimiento, es cuando debe pensar en acudir al especialista en neumología.

Tos

La tos es un síntoma habitual en los niños y casi nunca indica un problema de salud importante.

El aparato respiratorio irritado desencadena este reflejo para mantener limpias y abiertas las vías aéreas facilitando la expulsión de moco y secreciones ante una infección respiratoria.

La tos es una de las causas más frecuente de consulta en la edad pediátrica.

Es un síntoma, por lo que hay que tratar la causa que la produce. Es molesta, puede ser duradera y afectar al sueño y a las actividades diarias de niños y de sus padres.

Suele estar presente en los catarros o resfriados; que son infecciones respiratorias de origen viral, para las que no hay un tratamiento específico.

Tiene una duración limitada, irá cediendo poco a poco, pero puede llegar a durar varias semanas. Es mayor los primeros días y disminuye a partir de la primera semana. A veces dura 2-3 semanas.

La tos aguda no debe tratarse con calmantes de la tos; mucolíticos, expectorantes, antihistamínicos o descongestivos nasales, especialmente en menores de seis años. 

En niños no está demostrado que estos medicamentos sean eficaces para el tratamiento de la tos y los riesgos superan a los posibles beneficios. Si se usan, siempre deben estar bajo control médico.

En la mayoría de los casos, medidas como una buena hidratación (beber agua); lavados nasales con suero salino y el uso de analgésicos son suficientes. Además, es importante evitar los irritantes respiratorios, como el humo del tabaco.

La mayoría de las veces no hay por qué preocuparse por la tos de los niños. Pero también puede aparecer en otras enfermedades como el asma, laringitis, bronquiolitis, que tienen un tratamiento diferente.
  • Dificultades para respirar o respira más deprisa de lo habitual.
  • Los labios, la cara o la lengua de un color azulado u oscuro.
  • Estridor (un sonido fuerte o un silbido agudo) al inspirar.
  • Sibilancias (pitidos) al expulsar el aire (excepto si su médico ya le ha dado unas pautas para el tratamiento del asma en casa).
  • Fiebre en menores de 3 meses de edad.
  • Fiebre que persiste más de 72 horas (especialmente si su hijo tose pero no tiene goteo o congestión nasal).
  • Dolor o supuración de oídos, irritabilidad o decaimiento.
  • En las primeras 72 horas de su inicio cuando el niño tiene menos de 6 meses, especialmente en los meses fríos (noviembre-marzo).
  • Si la tos aumenta y dificulta las actividades del niño (sueño, comida, escuela…).
  • Si se acompaña de mucosidad y dura más de 10-14 días.
  • Si tiene dudas o su sentido común se lo aconsejan.
Bronquiolitis aguda

Llamamos bronquiolitis al primer episodio de infección respiratoria de vías bajas de origen vírico que afecta a la vía aérea pequeña, a los bronquiolos, en niños menores de dos años. Es producida por diferentes virus (Virus respiratorio sincitial, Rinovirus, Adenovirus, Metapneumovirus, Influenza, Parainfluenza y Bocavirus entre otros).

En los adultos no deja de ser un resfriado común sin mayor repercusión, pero en los niños pequeños el virus no se aloja únicamente en nariz y garganta; sino que llega hasta los bronquios y bronquiolos provocando una inflamación y obstrucción con el consiguiente cuadro de tos y dificultad respiratoria.

Las bronquiolitis se concentran en el invierno, con un máximo de incidencia entre los meses de noviembre a febrero.

Generalmente, se inicia con tos y mucosidad nasal. Después de 3-4 días aparece la dificultad respiratoria. El niño puede estar irritable, comer menos y presentar fiebre.

No tiene por qué estar empezando con una bronquiolitis todo lactante que tenga un cuadro catarral.

  • Respiración agitada. Si respira cada vez más deprisa, se le marcan las costillas, mueve mucho el abdomen, se le hunde el pecho o deja de respirar durante segundos.
  • Si el niño está muy decaído, apático, pálido y sudoroso.
  • Si rechaza las tomas, es decir, si come menos de la mitad de lo que solía comer.
  • Si tiene accesos de tos continuos, que le impiden el descanso o le provocan el vómito.
  • Si presenta mal estado general, está irritable o adormilado.

Atención especial merecen los lactantes menores de 2 meses, sobre todo aquellos que no han cumplido el mes de vida.

Estos niños empiezan con síntomas leves de catarro de vías altas (mucosidad, estornudos) y directamente, si el catarro evoluciona a una bronquiolitis, pueden comenzar a hacer apneas (pausas respiratorias) sin apenas toser.

A estas edades es preciso ingresarles para su monitorización y vigilancia estrecha.

En la actualidad, no existe ningún medicamento que cure la bronquiolitis. No son eficaces los antibióticos, ni los broncodilatadores ni los corticoides.

Los síntomas de la bronquiolitis pueden persistir hasta 2-4 semanas. Algunos niños, tras padecer una bronquiolitis, presentan episodios sucesivos de dificultad respiratoria con tos que recuerdan el cuadro inicial.

  • Lavados nasales con suero salino fisiológico si hay mucha congestión.
  • Asegurar que esté bien hidratado. Para evitar que se fatigue las tomas de pecho/alimento deben ser más pequeñas y frecuentes.
  • Posición semincorporado para que respire mejor.
  • Evitar ambientes con humo.
  • E instruir a los padres para que sepan diferenciar los signos de alarma y consultar si tienen dudas.
Asma

El asma es una enfermedad crónica de los pulmones que se caracteriza por la inflamación de las vías respiratorias inferiores (las que van de los dos bronquios principales hacia abajo). Esta inflamación lleva a un estrechamiento de estos y a una obstrucción a la salida del aire.

Los síntomas de asma son variables. Cuando se presenta una crisis de asma, los síntomas principales son tos, pitidos que salen del pecho (sibilancias) y ahogo. A veces sólo se dan alguno de ellos y otras veces puede aparecer dolor de pecho o sensación de fatiga, dificultad respiratoria.

El asma se sospecha por los síntomas, y en los niños mayores se puede confirmar con pruebas de función pulmonar como la espirometría. Las pruebas de alergia se hacen para descartar alergias asociadas.

Es una enfermedad de alta prevalencia (una prevalencia que está en aumento). Uno de cada 10 niños tiene asma.

El asma se puede desencadenar por varias causas. Los desencadenantes principales son las alergias (ácaros, pólenes, hongos, pelo de animales), los virus respiratorios y el ejercicio. La exposición al humo del tabaco y la contaminación son otros factores que provocan asma y la empeoran.

Otra característica importante es la presentación de los síntomas en episodios llamados también crisis de asma (ataques de asma o exacerbaciones), dejando entre uno y otro, períodos de normalidad (sin síntomas). Así el niño está bien, y de forma más o menos repentina comienza con sibilancias, tos y dificultad para respirar.

Esta brusquedad en el inicio de los síntomas se debe a un estrechamiento rápido de las vías respiratorias por contracción del músculo bronquial. Un pequeño grupo de niños con asma presentan síntomas todo el tiempo y no en episodios.

Un buen control del asma es fundamental. Los síntomas aparecen si el asma no está controlada. Conviene evitar los factores desencadenantes y tratar la inflamación de las vías respiratorias con la medicación de control y tratar precozmente los síntomas cuando aparezcan.
  • Los que lo alivian, que se usan cuando aparecen síntomas. Se les conoce como broncodilatadores, porque abren los bronquios.
  • Los que controlan la inflamación o antiinflamatorios. Se usan diariamente para mantener controlado el asma. No hay que dejar de tomarlos aunque el niño se encuentre bien. En MontePediatras te indicaremos si el niño los necesita y cuándo tiene que suspenderlos.

Actualmente no existe tratamiento curativo para el asma. Pero sí es posible ofrecer a las personas con asma una vida libre de síntomas.

Con el tratamiento adecuado indicado por un especialista en neumología; se puede conseguir hacer una vida normal. Incluso, practicar el deporte que al niño le guste.

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